TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL: LA INFLUENCIA DEL INVIERNO EN LOS ESTADOS DEL ANIMO

Estephano Garrido Ortiz, Psicólogo +56981461998.

 

“Si bien, es común detestar el verano por sus altas temperaturas, abrumantes y desquiciantes, también es cierto que el sol es tan necesario para el bienestar psicológico, como lo es para el crecimiento de las plantas.”

 

“Existe una variación en la sintomatología del TAE y que dependerá siempre de las personas que lo padezcan; por ejemplo, están más propensas las personas que sufren de trastornos bipolares, o trastornos anímicos relativamente severos.”

 

“Los síntomas del TAE pueden ser; tristeza o melancolía, sensaciones de angustia y desasosiego, fatiga y falta de energía. Cosas complejas, sobre todo cuando pensamos en Personas Mayores.”

 

“Además, la población de Personas Mayores en Chile tiene otra dificultad, la soledad y el aislamiento. Estos dos factores, preferidos o no, son también una leña para el fuego de los trastornos anímicos estacionales.”

 

“Mantenernos activos corporalmente, es por consecuencia, un excelente incentivo para generar la serotonina que tanto nos quita la ausencia del sol. Darnos 20 ó 30 minutos diarios para poder realizar algo de actividad física, es lo ideal en los tiempos de frío.”

Apenas el calendario marca el 21 de junio, es cuando nos enteramos de que la estación más fría del año se hará presente por unos cortos, pero a la vez largos, tres meses. El invierno invita a la población a vivir estos días bajo sus reglas; lluvias, garúa, heladas matutinas, no tan matutinas, escarcha en las plantas, una que otra tormenta y también, bajo el yugo del frío, el desánimo de quienes viven el trastorno afectivo estacional.

 

El TAE (Trastorno afectivo estacional), es un fenómeno de mayor recurrencia que la que desearíamos. Desde hace años que los habitantes de los inviernos vienen manifestando que al momento donde la temporada pasa a este lado del Ecuador, hay ciertas actividades de la vida diaria que se vuelven más tediosas de hacer.

 

Levantarse cansado, no tener ánimo para poder cumplir con el deber, sensaciones de baja energía, melancolías varias, tristeza, colores en el ambiente que generan introspecciones profundas, en el cielo, en la tarde cuando todo es gris. Estas son algunas de las características que psicológicamente, se hacen presente en varias personas, y que (cómo casi todo) tiene una explicación al respecto.

 

Esto se debe principalmente a la ausencia parcial del sol. Si bien, es común detestar el verano por sus altas temperaturas, abrumantes y desquiciantes, también es cierto que el sol es tan necesario para el bienestar psicológico, como lo es para el crecimiento de las plantas (hacer mención especial que este fenómeno también puede ocurrir en épocas de estío, donde las temperaturas abrumadoras causan sensaciones similares).

 

La luz solar es una alta generadora de serotonina, hormona que nos permite tener un estado anímico más parejo y normal. Por otro lado, también es la que colabora en la regulación del ritmo circadiano, que es básicamente el reloj interno del cuerpo. Este, no solo controla los tiempos de sueño, sino que también es participe de la sensación física post descanso, relacionada generalmente al agotamiento y la fatiga (mención especial a nuestro país, que, sin tener consideración de esto, cambia la hora cada cierto tiempo).

 

Esta sensación que nos deja el invierno de “dormí, pero no descansé” es también el motivo de que las energías varíen y que la desmotivación prevalezca en nuestra disposición para con el mundo. Disminuyendo la intención de participar en las actividades de la vida diaria, incluyendo momento de trabajo, productividad y recreación.

 

Privarse de estas cosas debido a la influencia del clima, suena una respuesta lógica, más que mal, el frío invita a quedarse acostado, acurrucarse entre frazadas, ver una buena película, tomar té y sopa, y dormir. Pero cuidado, que si bien, es posible tener días así si las circunstancias lo permiten, lo sano es no dejar de ser funcional dentro del invierno, y que estos días así, sean los menos.

 

Existe una variación en la sintomatología del TAE y que dependerá siempre de las personas que lo padezcan; por ejemplo, están más propensas las personas que sufren de trastornos bipolares, o trastornos anímicos relativamente severos. Aún así, para quienes no se enfrentan a estos dilemas, también pueden aparecer episodios depresivos de variada intensidad.

 

Los síntomas pueden ser; tristeza o melancolía, sensaciones de angustia y desasosiego, fatiga y falta de energía. Cosas complejas, sobre todo cuando pensamos en Personas Mayores.

 

El invierno para las Personas Mayores es una estación compleja, no solo porque exista la probabilidad de que el TAE sea porcentualmente más probable, sino que hay otros factores de riesgo frente a la exposición de la estación. Uno de ellos es la debilidad del sistema inmune; las bajas temperaturas, los cambios de temperatura en ambientes variados, la propagación de virus estacionales, y el peligro de la circulación vial en entornos húmedos y mojados, pueden generar variadas enfermedades, por lo que el autocuidado es fundamental, y la mejor manera de cuidarse, es saliendo lo justo y lo necesario.

 

Pero esto aumenta, sin duda, la propensión a padecer TAE. Además, la población de Personas Mayores en Chile tiene otra dificultad, la soledad y el aislamiento. Estos dos factores, preferidos o no, son también una leña para el fuego de los trastornos anímicos estacionales. Sin considerar las variadas exposiciones al frío que deben padecer las Personas Mayores que viven solas; ir a comprar el pan y la comida del día a día, el combustible para mantener el calor, el cobro de la jubilación, las horas al consultorio, y muchas salidas que los exponen a la angustia de la enfermedad.

 

¿Cómo entonces, poder prepararse para el invierno y que este no afecte de sobremanera mi estado anímico ni me exponga a un posible trastorno? Bueno, lo primordial es, primeramente, mantener un horario que priorice nuestra actividad física. Mantenernos activos corporalmente, es por consecuencia, un excelente incentivo para generar la serotonina que tanto nos quita la ausencia del sol. Darnos 20 ó 30 minutos diarios para poder realizar algo de actividad física, es lo ideal en los tiempos de frío.

 

Por otro lado, y complementando lo anterior; también es una buena opción que, en los días de temperatura regular, en horarios más cálidas y con ausencia de lluvia, salir a caminar un rato puede colaborar bastante en mantener un estado de ánimo saludable. En uso de esos mismos días, también es recomendable mantener una vida social activa. Siempre hay gente a quien visitar, amigos, vecinos, colegas, clubes donde participo o inscribirme en algunos talleres que se ofrezcan en mi comuna, puede colaborar en mantener una mente activa y un cuerpo sano.

 

Paralelamente, siempre es recomendable tener una dieta saludable y en general, buenos hábitos varios. La alimentación a la hora, las horas de sueño, la perfecta higiene y una actividad mental diaria, que incluya idealmente hábitos de lectura, de ejercicios matemáticos simples, orden en la casa, limpieza y organización.

 

Todos estos datos y el conocimiento técnico de un fenómeno que es transversal, y que puede afectar a cada vez más personas año por año, son útiles a la hora de verse en el momento para poder identificar y actuar en la medida correcta. Sin embargo, hay que ser majadero, que si estas sensaciones de desánimo y tristeza, sobre afectan a las personas mayores, siempre es recomendable buscar ayuda profesional. Un trastorno se vuelve tal, cuando las actividades de nuestra vida diaria, se ven afectadas e imposibilitadas de hacer por causa de un pensamiento, una sensación o una emoción que nos mantiene en un constante estado de angustia, pena o culpa.

 

A cuidarse del invierno, que no solo el frío, puede afectar nuestro cuerpo.