EL ARTE DE ENVEJECER: UNA MIRADA POSITIVA HACIA LA VEJEZ

Alejandra Sandoval Fernández. Abogada, presidenta ANAM.

Envejecer es un viaje que comienza desde el primer día de vida. Aunque muchas veces asociamos el envejecimiento únicamente con la vejez, lo cierto es que este proceso nos acompaña silenciosa y continuamente a lo largo de toda nuestra existencia. Desde la gerontología —la ciencia que estudia el envejecimiento humano— se establece una distinción clara: el envejecimiento es un proceso natural y continuo, mientras que la vejez corresponde a una etapa de la vida, generalmente comprendida a partir de los 60 años.

 

Durante el siglo XX, con el aumento progresivo de la esperanza de vida, se hizo evidente la necesidad de abordar esta realidad desde una perspectiva más amplia, inclusiva y humana. Es así como se ha ido fortaleciendo la importancia de prepararnos, como individuos y como sociedad, para vivir una vejez digna, saludable y plena.

 

Lamentablemente, aún persisten estigmas y prejuicios hacia las personas mayores, muchos de ellos alimentados por una cultura que sobrevalora la juventud, la productividad y la apariencia física. Esta visión limita no solo las oportunidades de las personas mayores, sino también su reconocimiento como sujetos activos, sabios y llenos de historia. Es urgente romper con esa mirada reduccionista y comenzar a valorar a nuestros mayores por lo que realmente son: una fuente invaluable de experiencia, resiliencia y sabiduría.

 

Hoy más que nunca debemos promover una imagen positiva de la vejez. No como una etapa de decadencia, sino como una fase de plenitud en la que es posible seguir aprendiendo, compartiendo y creciendo. Envejecer con dignidad implica tener acceso a una buena calidad de vida, autonomía, espacios de participación y, sobre todo, respeto.

 

Asimismo, cada uno de nosotros tiene un rol en este cambio de paradigma. En la medida que entendamos que todos estamos envejeciendo día a día, podemos empezar a prepararnos no solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente para esa etapa. Aprender “el arte de envejecer” es aprender a soltar lo que nos pesa, agradecer lo que se tiene, y comenzar cada día con una actitud más liviana, amorosa y positiva.

 

Desde ANAM, invitamos a reflexionar sobre cómo queremos vivir nuestra vejez y cómo podemos contribuir, desde hoy, a construir una sociedad que valore y respete a sus personas mayores.

 

Porque envejecer no es un problema: es un privilegio. Y hacerlo bien, es un derecho.